En los últimos 25 años, Costa Rica ha logrado avances encomiables, incluida la reanudación del crecimiento posterior al COVID-19. Sin embargo, el camino hacia el crecimiento económico sostenible sigue plagado de desafíos. La resiliencia económica se ve reforzada por las exportaciones, ya que el consumo interno está actualmente debilitado por la inflación y los altos niveles de desempleo. 

Es significativo que la composición de la canasta exportadora de Costa Rica haya evolucionado durante las últimas tres décadas, incorporando productos con mayores niveles de sofisticación y valor agregado. Sin embargo, las tasas de desempleo en Costa Rica siguen superando las de otros países latinoamericanos como Chile, Colombia, México y Brasil, así como el promedio de la OCDE. 

El gobierno enfrenta desafíos con la gestión fiscal, particularmente en la reasignación de recursos de manera más eficiente y la mejora del entorno empresarial. Una parte sustancial del gasto público se dedica a los salarios de los empleados públicos. Existe una necesidad apremiante de que Costa Rica cumpla estrictamente su regla fiscal, apuntando a una reducción sustancial del déficit público.

Al mismo tiempo, es fundamental revisar la estructura tributaria para mejorar la eficiencia (con una dependencia significativa de las contribuciones a la seguridad social para los ingresos del gobierno). Es esencial mejorar la calidad del gasto público, particularmente en infraestructura y educación. Además, reducir las cargas regulatorias y fomentar la competencia entre empresas catalizará el crecimiento económico. 

Para un crecimiento sostenible, Costa Rica debe impulsar la productividad y mitigar los riesgos fiscales. Modernizar el sector público y optimizar la asignación de recursos son cruciales para mejorar la calidad de vida de la población y sostener el crecimiento económico para enfrentar los desafíos de la nación.